Las condiciones en que se desarrolla
el mundo actual, se caracteriza por la incertidumbre debido a revolución
científica y tecnológica permanente, gracias a la cual la información y el
conocimiento se mueven a velocidades vertiginosas. Estas condiciones obligan a
que los docentes, actores de proceso educativo y claves en la formación de
niños, niñas y adolescentes, adquiramos nuevas capacidades que nos permitan dar
respuestas a ellas. A esto se une, que los espacios en donde se desarrollan los
procesos educativos, deben adquirir otras características, que les convierta en
dinámicos, interactivos, y capaces de generar motivación constante en los
estudiantes, respondiendo así a las demandas y expectativas de nuestros
estudiantes, quienes, más que nosotros se encuentran vinculados a entornos
virtuales y redes sociales, que podríamos aprovechar como pretextos o recursos
de aprendizaje.
En este contexto, se requiere que la
gestión educativa, dirigida y liderada por los directores asuman una nueva
mirada, para mejorarla bajo paradigmas vigentes e ir de la mano con las
reformas que desde los órganos de dirección del MED se implementan. En este
afán, hemos visto que en los últimos años ha habido un esfuerzo porque las
instituciones educativas sean implementados con recursos tecnológicos y
herramientas virtuales, acompañados por acciones de capacitación, como los que
se brindan a través de Perú Educa.
La respuesta de muchos directores y
docentes aún sigue siendo lenta, negándose a asumir nuevos roles y retos
educativos, justificando su ineficacia en frases como "es
insuficiente", "nos faltan computadoras", "aunque les demos
esto a los alumnos, no van a aprender", "los alumnos solo entran al
aula virtual para entrar al Facebook", "esto es para los más
jóvenes"; incluso como se ha identificado en nuestro medio, estos recursos
no han sido puesto a disposición de los estudiantes, permaneciendo las aulas de
innovación, cerrados a las actividades de aprendizaje. Contrapuesto a esto,
también identificamos docentes, a quienes las TIC han servido para dejar que
los estudiantes sean "conducidos" por ellas, asumiendo una posición
bastante cómoda pues las actividades de aprendizaje se convierten en búsqueda y
copia de información.
Consideramos que la transformación
educativa no ocurrirá, mientras los procesos de cambio solo lleguen orientados
desde el MED, si no que la revolución educativa es de entera responsabilidad de
nosotros los maestros y maestras de este país, que hemos asumido esta tarea
convencidos y convencidas del rol formativo que desempeñamos. Dejemos de
señalar al bajo sueldo como causa de nuestra inercia.
En ese sentido, el rol del docente
requiere:
1. Capacidad para dar respuesta a los
cambios, respuesta a la incertidumbre.
2. Fortalecer su rol de mediador
afectivo y cognitivo.
3. Capacidades de planificación de
actividades de aprendizaje, diseñando entornos de aprendizaje que consideren el
uso de las TIC, aprovechando su valor informativo, comunicativo, pero también
formativo.
4. Fortalecer sus capacidades de
innovación, para dar respuestas a las nuevas demandas y necesidades de
aprendizaje de los estudiantes.
5. Desarrollar sus habilidades en el
manejos de las TIC y todos los entornos virtuales existentes.
Podríamos seguir mencionando
otras competencias más que nos toca por desarrollar, sin embargo, de todas
ellas, consideramos que lo más importante es que como docentes es necesario
fortalecer la primera, pues como lo señalamos líneas arriba, los tiempos en que
nos tocan vivir, deben obligarnos a ser maestros del siglo XXI, enseñando
capacidades y utilizando recursos propios de este siglo. Sólo así, podremos
formar hombres y mujeres que también posean condiciones para adaptarse al
cambio. Es una exigencia social.
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